20/06/2007

La gente en general

deja pasar muchas oportunidades que le da la vida, dejan ir personas que le pueden aportar, o que le han aportado significativamente... Dejan ir sueños e ilusiones. Tanto dejamos ir por ese filtro, por ese inodoro que se lleva todo lo que nosotros consideramos mierda, tanto perdemos en esfuerzos de alcohol y de rumba y de perico y de venga a fumar y de puteémonos hasta mañana… Que se nos olvida que lo importante es ser felices, no amarrar, sino ser felices de verdad. Dura cosas para nosotros que sólo sabemos olvidar, olvidar y odiar, eso sí lo tenemos bien claro; ¿Pero amar? ¿De verdad sabemos amar? Pero no amar a perpetuidad como lo dicen las novelas, sino amar por entre las costillas, en la otredad, en la felicidad que me da tu presencia. Eso es amar. Amar también es dejar ir pero no dejar pasar.

Entonces cuando dejés pasar a alguien por tu vida no te arrepintás, sino puteáte y devolvéte. Eso no se hace, se puede dejar ir pero no dejar pasar y no es lo mismo pasar que irse, ni esperar que detenerse, ni amar que apegarse. Todo lo confundimos, todo está en el bolo alimenticio de nuestros deseos y ambiciones, todo lo confundimos, también, en la vidurria que llevamos siempre con nosotros. No dejés pasar.

El que te diga que sos inteligente no te conoce, el que te diga que no aportás es un pendejo, pero el que no te diga nada a ese escuchálo. No decir nada es no contarte nada pero hablarte, y hablarte sin que vos entendás el porqué te habla, no decir nada para que simplemente sepás que alguien te habla, como yo. No decir nada es no quedarse callado pero intentar que la otra persona no se entere de qué se está hablando, así como contar la verdad no es gritarla sino hacerla de un modo que nadie nunca se la crea. Igual no espero que entendás, ni espero que leás detenidamente entre líneas para saber qué dice. Nadie sabe porqué se escribe, ni de dónde se escribe. Escribir no es plasmar las ideas que no tienen palabras en un papel que no existe, ni mucho menos es el arte de reflejar los momentos y hacerlos etéreos. Igual no espero nada. No espero que creás que el que te habla es el que conocés o el que dejarás de conocer en cuanto me pare de acá y me siente a escribir lo que tanto tiempo he aplazado. Igual no espero que en medio de tu habitación pienses en esto como un estratagema tan sofista que pueda convencer hasta al presidente que la solución está en el meollo. Maldigo a todo aquel que piensa como yo y maldigo la condición que tengo de no esperar nada. Pero igual amo desde la oscuridad no esperando nada y me gusta. Me gusta no verte y me gusta saber que nunca te espero, me gusta saber que tengo obligaciones importantísimas y afortunadas casualidades casi todas las horas, menos mientras duermo. Cuando uno duerme, duerme y punto. No se puede hacer más... De pronto soñar, pero de los sueños no queda sino el queda sino la esperanza de un mañana mejor y tal vez un voto en blanco para que no llegue otro tinterillo del poder a meternos la mano por donde no ha podido el doctor, porque yo de exámenes de próstata todavía nada. Se me da muy bien el priapismo y sobre todo el mental porque para eso escribimos, sabiendo que me tengo que poner a escribir lo que he aplazado tanto tiempo.

Daniel.

1 comentario:

July Guevara dijo...

El dejar pasar, a veces, (y solo, a veces)depende del que se hace dejar. Aunque bien lo dices, no es lo mismo. Sin embargo tu capacidad de hacer una papirola mi cabeza cuando te lee es particular, es encantadora. Te amo desde siempre, yo (tu novia), en Bogotá.