10/09/2007

Pajariperros

El frío del sol en la mañana deja un hastíasco que se borravanece con el silvicanto de los pajariperros enciparados en los electricables. Estotro sucepasa sobre todo los trisdías que terminan en ocho, lunocho, martocho, miercolocho; el problema siempre será el juevocho. Los juevochos siempre llamafonéa Androcho y me invitavamos al cerbillarveza, siempre me asustoasómbro mientras lerdocamino y pasocorro el caminocalle. Cuando por fin llegamos al cerbillarveza, después de pasar por la restaurantería y el ferreterante, yo pidodame un tacarrillo y Androcho pide un guanponemano y comempezámos a jugablar mientras prestocorre el tiempocho. Desluego de una horacha y siete minurrillos decireímos y corriescapamos. A vesiempre pagamos, avenunca no. El asuntodo variadepende de nuestro humánimo ahoravariable, aburrialegre y mediatisolo.
Ya caminoche a mi cahogarsa me entrisdeprimo cuando casimiveo esos pajariperros y sus señójaras oblicaminandolos encimadentro del pavigris. Sientriste me pregunto y sé que no alcanzasomos más que un duomontón de pajariperros pegarrados a vil-otros señójeres realvileños, con disparotros politombres y apellicidos.

Daniel.

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