12/07/2010

Ser sutil — No es que tenga que ver conmigo

Generalmente, escribo cosas que me pasan de la manera que no me pasaron por si la víctima de mis, casi siempre, errores entra a este blog —un error le puede ocurrir a cualquiera; pasa en las mejores familias—. Hoy quiero hablar justamente de eso, de las sutilezas; no es que tenga que ver conmigo, pero puede pasarle a alguien.

¿Está bien ser sutil?, ¿cuándo dejar de ser sutil?, ¿es sutil un sinónimo de gaseoso?, ¿si un árbol se cae sutilmente en el medio del bosque aparece un ovni? Ah, no... así no es. En fin, el punto es que quizá ser sutil sea útil en situaciones extremas como avisar la muerte de un familiar, pero hay otras en las que es inviable, por ejemplo cuando alguien te va a pegar con un bate de béisbol por haberte metido en la cama con su novia. Por más que digás que sólo tuvieron sexo salvaje durante veinte minutos, él te va a pegar igual. O cuando tu novia es la que se acostó con el tipo del bate de béisbol y vos le vas a ir a reclamar sutilmente al tipo por haberse acostado con ella, él te va a pegar igual. O, en un caso menos dramático, cuando esperás una acción de alguien e intentás hacérselo saber en código morse. No es que tenga que ver conmigo, pero puede pasarle a alguien.

Ahora bien, ¿sonreír es un acto sutil? Yo siempre he sostenido que el humor acerca al amor; excepto si ella se ríe mientras vos te desnudás. Pero una sonrisa puede ser un «calláte» de forma sutil. Yo odiaba cuando la gente se reía cuando yo hablaba cosas serias, luego me enteré que decía las cosas serias de una forma graciosa. Más tarde me enteré que decir cosas serias sin decirlas de una manera graciosa, puede herir gravemente —en especial a uno mismo... y me refiero herir del tipo «me voy para urgencias que me pegaron una puñalada»—. Así que cuando quiero decir algo en serio, se me sale de pronto un chiste y mi punto, sobre el que intentaba generar consciencia, se hunde mientras la carcajada aflora.

En estos días iba en el metro... ah, no, esa ya la usé hace como un mes. En estos días iba en... este... ¡a pie! Eso: en estos días iba a pie cuando sorprendí a una pareja que caminaba a paso largo hacia un centro comercial. Iban a ver una película, iban tarde y era culpa —digamos— de él, porque mientras él buscaba los boletos de entrada en su billetera ella lo miraba como si fuera Ingrid Betancourt después de la demanda al estado. Cuando el tipo por fin encontró los boletos, ella lo miró a los ojos y le dijo: «si no los hubieras encontrado no me hubiera molestado, ¿sabés eso, cierto?». Todos sabemos que es una mentira total, pero en caso de que me lo hubiera dicho a mí, la hubiera metido en un taxi y para el motel más cercano a toda prisa, así sólo sea para verle la cara. Esa novia, porque ese comportamiento sólo lo tienen las novias, cuando sea mamá va a ser de las que se les olvida el cumpleaños de Juan, por poner cualquier nombre, y espera todo el día a que Juan la embarre por algo. Cuando Juan por fin la embarra, porque todos tenemos un promedio de embarrada por hora de 3,5, ella le dice «si no la hubieras embarrado te hubiera dado ese viaje que siempre quisiste a Ibiza con todos los gastos pagados, ya tenía todo listo, ¿sabés eso, cierto?». No es que tenga que ver conmigo, pero puede pasarle a alguien.

Hay libros para todo: para aprender a armar un barco dentro de una botella —los regalan en las recepciones de la cárcel—, para amarse a uno mismo, para odiarse a uno mismo, para aprender a decir no y para cocinar comidas que no sean un peligro biológico, pero no hay ningún libro que enseñe a ser sutil con éxito. Eso lo quiero ver, un libro que se llame «100 sutilezas funcionales; yo de usted lo leería».

En definitiva, parece que ser sutil es un arte que dominan muy pocos. A esos sabios les basta con decirle a su novia «me está rascando un huevo» para que ella entienda, le traiga una cerveza fría, le prepare una pizza napolitana y lo deje ver el partido tranquilo. Si se hace un libro, ellos son los que deberían escribirlo. Pero no en términos científicos —si tal cosa pudiera existir en las interacciones humanas—, más a modo biográfico. Contando la historia de la relación y narrando con pelos y señales qué dijeron para que funcionara en determinado momento. Si no lo hacen de ese modo, simplemente escribirían «conoce a tu pareja» y uno no entendería un carajo. No es que tenga que ver conmigo, pero puede pasarle a alguien.

Daniel.

3 comentarios:

Lina Moreno dijo...

Definitivamente tienes talento... Un momento, quise decir...
Si no tuvieras talento eso no me molestaría en absoluto, ¿sabes eso, cierto?

Tatiana Brito dijo...

Dado que a todos nos toca la sutileza de una forma u otra, es hora de revelar nuestro tipo...yo la practico con la sonrisa... sonreír si es un acto sutil en algunas ocasiones cuando queremos un cállate...y en otras cuando deseamos a la persona...como mujer, defiendo este punto de vista.
Muy buen escrito...atrévete con el libro.

Lufanía dijo...

Coincido que el gesto más sutil es una sonrisa...

A mi también me pasaba que cada vez que quería contar algo serio resultaban carcajadas, y también decubrí que era por cómo las contaba...
También cuando hablás o contás accidentes que quizás no son tan graciosos, pero ese humor al narrar no lo podés sacar.. Ahora, es no sólo como yo lo cuento sino que a todos nos encanta cagarnos de risa de las "cómicas tragedias" del otro...

Un maestro, pase por el blog y estacione..!
Me saco la galera.!