20/03/2009

Tu espalda

Ahora veo tu espalda y me gusta tal como está, te dibujo un dragón en ella mientras secretamente acaricio tu piel, que eventualmente es mía cuando quieres -y quiero-. No quiero que sepas que a veces busco las palabras correctas para decirte que te amo aunque no estemos muy bien y tampoco quiero que sepas que a veces me acuesto con miedo y que te necesito y que te amo hasta las mazmorras con princesas adentro de todos los castillos del mundo. Ya no miro más tu espalda porque escribo y sólo miro estas letras deformes que no dicen lo que estoy pensando. Hay palabras que son difíciles de decir en ciertos momentos; nos cuestan cuando van desde la imaginación hasta las vísceras y se atoran en la laringe, luego, cuando casi están afuera: es por eso que a veces parezco que te voy a decir algo pero terminó abrazándote a mí o acurrucándome a tus muslos o por debajo de tu ropa. Simplemente hay palabras que son difíciles de decir en ciertos momentos. Este «te amo» que te escribo lo pensé cinco veces antes de decírtelo al oído hace unos minutos y parece que en la mitad de tu sueño lo entendiste porque diste medio gruñido y te volteaste, que en el idioma del sonambulismo quiere decir «yo también». Este «te amo» lo llevo trabajando tan duramente por tantas noches sin sus días, pero con sus partículas de alcohol y de viento y de marea alta y de café sin azucar.

Parece que te hubiera encontrado ayer y, sin embargo, qué delicia cuando te toco y sé que eres mía y no de alguien más, o tal vez de la naturaleza que me ama más a mí por haberte hecho. Perdona, a veces convierto escritos en simples muestras de pensamientos aleatorios, vómitos o como lo quieras llamar. Así es mi vida a estas horas de la madrugada cuando tu espalda no me deja dormir gritándome que te despierte para hacerte el amor, ella no entiende que el amor te lo hago ahora escribiendo, te lo hago cuando te abrazo y cuando penetro tus ojos, tan dulces que a veces se me hacen agua los míos, tan dulces que me intimido por ti cuando me miras desnudo. Ahora pareciera que entendieras que te estoy escribiendo porque te mueves incómoda en la cama pequeña que tengo para los dos, tan pequeña que no cabe el cansancio en esa camita, pero cabes tú y cabemos los dos con nuestros sueños; con eso basta.

Daniel.

3 comentarios:

July Guevara dijo...

Tal y como lo recordaba

Anónimo dijo...

Guauu, me hiciste recordar a una linda espalda que conocí, y es verdad que hay camas en las que no entra el cansancio, muy bueno ... Felicitaciones!. George

Anónimo dijo...

Siempre me han aburrido los blogs y es más casi no es mi estilo escribir ni leer nada en los blogs, pero el tuyo es diferente!!!! Los profesores de la facultad siempre me han dicho q los blogs no sirven para nada, que la literatura la debemos estudiar en los libros...
Ojala sigas mejorando y te salgan las cosas, tienes talento!!!

EStudiante de literatura - Peru